Mi abuela felina

Yo tengo una gatita, se trata de mi abuela. A veces es difícil explicarlo, Juan José, por ejemplo no lo entendió y por eso nuestra relación no duro mucho pues en “nombre del amor” yo no hubiera permitido que mi abuela durmiera afuera, como él lo quería, así que una noche, ya un poco cansada de tener la misma discusión, le dije: ¡Quien va a dormir en el patio serás tú! Él me miró con furia, luego miró a mi abuela mientras sentada lamía sus patas traseras, ella notó que la observaban, levanto su cabeza triangular y relajadamente le dijo: - ¡Miau! – Esto al parecer le encolerizó aún más, así que tomó su chaqueta y se fue.

Ahí parada frente a la puerta recién cerrada miré a la abuela, ella zigzagueaba entre mis piernas dejando escapar un suave ronroneo.

Lo cierto es que mi abuela no siempre fue una gata (¿o quizás sí?), recuerdo que simplemente dejó de sentirse conforme con su condición humana y se sumó a los millones de personas que anhelan ser algo diferente a lo que son y en algunos casos a lo que parecen ser.

Los 510 millones de kilómetros cuadrados del planeta son habitados por gordos que quieren ser flacos, flacos que quieren ser gordos; mujeres que quieren ser hombres, hombres que quieren ser mujeres; blancos que quieren ser negros, negros que quieren ser blancos; bajos que quieren ser altos, altos que quieren ser bajos y aunque un poco tabú - mas no por eso inusual - humanos que quieren ser gatos.

Los cambios empezaron a aparecer. Un día me encontraba con la abuela en el supermercado cuando un joven alto se nos acercó para ofrecernos unas golosinas para degustar, tomé una de las galletitas pero ella estaba distraída leyendo las etiquetas de los frascos.

Pregunté sobre los ingredientes y mientras el chico me daba la explicación, la abuela repentinamente dejo de leer, cerraba y abría los ojos suavemente, levantó ligeramente su nariz y con un tenue serpenteo puso su mejilla sobre la cintura del muchacho y la subió restregándola hasta llegar a su pecho, como quien emerge del agua con una sonrisa de placer. El chico se quedó inmóvil, con los ojos crecidos.

- ¿Te sientes bien abuela?- pregunté, a lo que me respondió con la misma cara de placer.

Poco a poco la abuela dejó de cepillarse con crema dental. Los gatos odian la menta. También cambió sus hábitos alimenticios, su dieta ahora se limitaba a leche, carne, pescado y se volvió amante del sushi y como una niña malcriada separaba siempre los vegetales para no comerlos.

Una noche de insomnio me retorcía en la cama buscando el sueño, hacía frío y según lo que anunció la chica del tiempo en la televisión, sin falta debía llover en aquel momento. Me levanté y encontré una de las ventanas de la sala abierta por donde se colaba la corriente de aire helado; las bisagras chillaban y la madera del marco golpeaba movido por el viento. Pasé el cerrojo y fui a dormir.

Cuando las cobijas se habían entibiado por el calor de mi cuerpo un agudo sonido se coló en la profundidad de mi sueño. Se repetía una y otra vez. Un lamento felino se dejaba escuchar claramente en el espacio, a pesar del alboroto que provocaba la lluvia sobre el techo. Me estremecí al sentir que alguien tocaba la puerta, miré el reloj y marcaba las cuatro de la madrugada, sin desprenderme de las sábanas bajé.

Abrí la puerta y allí estaba la abuela, con las pupilas grandes y tiritando de frío, su blanca y cada vez más corta cabellera estaba bañada con algunas gotitas.

- ¡Abuela!- fue lo único que alcancé a decir, ella entró y yo fui a buscar una toalla seca, mientras ella sentada en el mueble, con gran flexibilidad se lamía el hombro.

A partir de este momento empecé a sospechar que mi abuela era un gato.

Al día siguiente, en medio de la tranquilidad mediocre que suele acompañar a los domingos y con las ojeras oscurecidas por la noche anterior, recibimos la visita de nuestra vecina de diez años, Marielita, quien anunciaba estridentemente sus buenas nuevas:

_ Mañana nos vamos de vacaciones, mi mamá, mi papá, la tía Pancha y yo_

_ Que bueno_ dije mientras buscaba unos chocolates en los gabinetes de la cocina.

_ Sí, pero mi mama me dijo que no podíamos llevar al señor Pérez con nosotros, porque la tía Pancha dice que no le gustan los ratones, pero es que ella no sabe que es un hámster aunque se lo he dicho muchas veces, pero como está viejita no hace caso de las cosas que uno le dice_

Seguí abriendo y cerrando los gabinetes, en busca de los chocolates. Mariela guardo silencio, jugaba con la esquina de la mesa como si la estuviera moldeando con la yema de los dedos y finalmente suspiró:

_ ¿Puedes cuidar al señor Pérez en tu casa durante estos tres días?

Casi de manera automática respondía afirmativamente, era un favor que le había hecho en momentos anteriores:

_ Sí, creo que no hay problema_ y no terminaba de pronunciar estas palabras cuando recordé mis sospechas sobre la abuela y arrepentida recapitulé _ Bueno, pensándolo bien…_ Marielita me interrumpió enseguida y con la mirada enternecida suplicó _ Por favor! Por favor! Acabas de decir que sí_ No tuve voluntad para negarme y pensé que al fin y al cabo se trataba de una sospecha solamente.

La niña corrió a traer la mascota, un cuadernillo con indicaciones escritas por ella y una bolsa de semillas _ Tenemos compañía – Grité levantando la jaula y mostrándola a la abuela, ella simplemente flexiono sus orejas hacia atrás como si le importase poco.

Coloqué el pequeño calabozo con atracciones sobre la mesa de la sala y fui a preparar algo para almorzar. Al regresar de la cocina encontré la jaula abierta y vacía, la abuela estaba entretenida dándole golpecitos al Señor Pérez y al sentir que me acercaba, se lanzó rápidamente sobre su presa y la tomó con los dientes, me miró y sonrió con aires de gran éxito. Bajé la cabeza con resignación me dije a mi misma: La abuela es un gato.

Fui a la tienda de mascotas y compre un nuevo ejemplar para sustituir al Señor Pérez, esta vez mejor resguardado bajo llave en su jaula.

Cuando Marielita y su madre, regresaron de su viaje a la playa, las invitamos a pasar. La niña jugaba con el impostor del Señor Pérez y la abuela lo miraba con ansias, mientras yo trataba de escuchar las anécdotas del viaje. La anciana se levantó y fue al cuarto de baño. Luego nuestras invitadas se marcharon:- Y Doña Katty se fue a dormir ?– Preguntó curiosa la vecina en el umbral de la puerta.

_ Si, seguramente no se sentía bien_ respondí

Cuando se fueron me percate de un ruido extraño, era la abuela aruñando una puerta. Lo peor que le puede pasar a un gato es quedarse encerrado en el baño. Luego de liberarla salió glamorosa a pasearse con la cola en alto entre mis piernas. La tomé entre mis brazos y acaricié su pelaje, es muy bonita y también muy traviesa, a veces la encuentro en el techo o en los árboles, sale en las noches con otros gatos, duerme en el día y siempre se mantiene fresca y juvenil, puede ir a donde quiera y nada representa un gran problema. Siempre se va y siempre regresa.

En este momento se pasea entre mis piernas, sabe que me duele haberle dicho esas cosas a Juan José. Creo que ella sabe cómo resolverlo, saltó a la ventana y me miró indicando que regresaría pronto. Media hora más tarde Juan José tocaba la puerta, cuando lo ví me alegré pero traté de contenerme, había algo distinto en su mirada, ¿sus pupilas tal vez?, mi abuela regresó y se acercó a él, quien la levantó en sus brazos_ Creo que nos llevaremos mejor_ dijo él con la mirada perdida, luego la dejo caer, se acercó y me abrazó.

©2007

Comentarios

Roger ha dicho que…
tambien hay perros q quieren ser niños. hace tiempo tuve uno al cual llame Tom. su rostro era tan expresivo q avcs se le erizaban a uno los vellos d todo el cuerpo. Lamentablemente murio envenenado. Lo llore como a un hijo. Yo quise muchisimo a mi perro. Aun lo quiero.
steppenwolf ha dicho que…
yo quisiera ser un suspiro...ese anhelo no lo habías descrito...
Giacomo ha dicho que…
hay un proverbio arabe, que dice que un sabio entre necios se vuelve idiota, y un perro entre sabios un ser racional
Cordovita Moreno ha dicho que…
Roger lo siento por Tom :(

Step...cuando seas un suspiro.. te pueden meter en una bolsita y venderte en la Colonia Tovar :)..hablando en serio... muy bueno tu poema
Ángeles Navarro ha dicho que…
Yo quiero ser mariposa, pero ademas quisiera ser un poco mas ignorante, hasta el punto de no verme afectada por las miserias humanas. Pero gracias a ti y a tu talento, los dias son mas coloridos.
Anónimo ha dicho que…
presiento en tu escritura locuras de libertad. por otra parte tus escritos traslucen una suerte de paradojas viscerales que quieren irrumpir en la esfera de lo normal. me encantan tus palabras enfrascadas en susceptibles trampas a la cotidianidad....besosos..un nuevo admirador....
Ysondra ha dicho que…
Me ha encantado tu cuento, en serio =) Estoy en la lista de personas que quieren ser gato ^^

Espero que sigas escribiendo mucho más, está genial.
Chema Castro ha dicho que…
El pescado mola, el cafe no tanto, mi vida se ha quedado sin preguntas y respuestas porque me las arrebataron para venderlas en la coleccion "verano" de tu empresa... tal vez convertirme en gato es la unica opcion que me queda, tal vez así pueda robarle la caricia a alguna vieja solitaria o algun mendigo con frio. Tal vez así incluso pueda escapar con tu abuela escondiendonos en las sombras de la noche y al fin ser feliz

Un beso Lilian
Cordovita Moreno ha dicho que…
Gracias Ysondra!sólo me queda decirte : Miau!
Cordovita Moreno ha dicho que…
hahahahahahha definitivamente te la llevarías muy bien con mi abuela... ;)
Anónimo ha dicho que…
lo bueno de sentirse un gato es q tus sentidos se aceleran al 100%, la percepsion se abre, y la manera de mirar el mundo cambia para bien , puede ser para mal tambien; yo un dia lo fui por 12 horas por q cuando cai no fe en cuatro fue de cabeza!! presentame a tu abuela , esta buena?? miauu!!
Cordovita Moreno ha dicho que…
Que buena esa experiencia que tuviste anónimo... veo que la comunidad felina se está manfestando, siento lo de tu cabeza :( ...saludos :)
Chema Castro ha dicho que…
Hey, anonimo, hey, ponte en la cola, yo pedí primero a su abuelita.

Besos (para Lilian no para ti anonimo)
Cordovita Moreno ha dicho que…
heheheh gracias Raza! sobre mi abuelita..tenemos que cerciorarnos que no sea la del blog ganador primero ;)
Davilis ha dicho que…
Tu abuela me recuerda a un rinoceronte que compré en mi viaje a Helsinsky, fue bauloso ver su cara de asombro cuando me devolvieron por no llevar pan de jamón...

Excelente tu tale, mi niña te has encaramado poco a poco en el soberao de las letras..

Un beso
Ernesto Schutz ha dicho que…
This a wonder tale.

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